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Imagen de la Imagen

Tema 23 . Hagamos al ser humano a nuestra Imagen y semejanza (Gn 1,26). El ser humano es Imagen de la Imagen. HAGAMOS : revela el sujeto ...

Tema 23. Hagamos al ser humano a nuestra Imagen y semejanza (Gn 1,26). El ser humano es Imagen de la Imagen.

HAGAMOS: revela el sujeto (DIOS TRINO) y la acción (HIZO/CREÓ: verbo activo). ¿Qué relación hay entre el hombre y el Dios Trino? Se preguntáramos que tiene que ver mi constitución antropológica última con la SS. Tenemos siempre un esquema lógico en la mente donde la creación es algo que tiene que ver solo con Dios Padre, y luego en un momento separado, Cristo y el Espíritu Santo serían como otro momento de la obra de la salvación.

¿Qué tiene que ver Cristo conmigo? ¿Qué tiene que ver la creación con Cristo? Habitualmente pensamos que la humanidad podría ser pensada sin Cristo ya que ella existe muchos siglos antes de que Él acontezca. O sea, que la humanidad, antes de la venida de Cristo, era algo que tenía sentido sin Él. Se nos olvida toda la reflexión paulina de la carta a los Colosenses donde se dice que todo fue creado por Él y para Él (Col 1,16). O la de San Juan en su prólogo cuando dice que todo fue creado por el Verbo y nada existe sin Él. (Jn 1,3)

De alguna manera, fuimos socializados en la teología moderna, donde se pierde el referente trinitario y cristológico de lo patrístico. Los Padres, por ejemplo, desde una teología simbólica, hacen ya una lectura trinitaria y cristológica de la creación misma. TERTULIANO, dice que Dios al modelar del barro al hombre tiene como imagen al Cristo que había de encarnarse, no al Verbo, sino al Cristo que había de encarnarse. IRENEO habla de las dos manos de Dios en la creación, Cristo y el Espíritu Santo (Adv. Haer. IV praef. 4). ATANASIO dice que el Padre ha creado todas las cosas por medio del Verbo y en el Espíritu Santo.

Además, el verbo HACEMOS, en Gn 1, 26, está en tercera persona del plural, juntamente con el pronombre posesivo nuestra, lo que nos lleva a afirmar que él sujeto y la acción que realiza es del Dios Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por último es interesante constatar que el verbo hacemos es transitivo y está en activa: quién hace, hace algo. En nuestro caso, no se hizo algo, sino alguien: el ser humano. El SUJETO de nuestra frase es el Dios Trino y el “objeto” (que no es un objeto, sino un sujeto) es EL HOMBRE. Hombre este, que fue creado de una forma específica: a la imagen y semejanza de Dios.

AL SER HUMANO: revela el fruto de la acción hecha por el sujeto: el hombre. El hombre ha recibido un soplo de vida que ninguna otra criatura comparte (imagen y semejanza). La noción del hombre en el ANTIGUO TESTAMENTO ha sido calificada como RELACIONAL. Usaba los terminos 1) Basar (carne), puede significar también: órgano del cuerpo, miembro viril, cuerpo entero, pronombre personal, parentesco (vínculo familiar), toda la humanidad, débil, pecador etc. 2) Nefés (anima, alma), puede designar: hombre necesitado, vida, aliento, garganta (órgano que expresa la necesidad de tomar alimento y de respirar), cuello, deseo, anhelo, alma en sentido de sede de los sentimientos y emociones, persona, pronombre personal, en general, designa el hombre en su necesidad y dependencia, especialmente ante Dios. 3) Ruah (espíritu), designa también: espacio vital, aire, soplo, viento, fuerza del espíritu, aliento, conjunto de fuerzas que se otorga al hombre, disposición anímica del hombre, fuerza de voluntad. Este término encierra casi siempre una relación dinámica entre Dios y el hombre; es una fuerza que pone a este último en el ámbito de Dios. 4) Leb (corazón), también significa lo más íntimo y oculto del hombre, sede de sentimientos o de deseos, la razón del hombre, el poder de decisión del hombre. El hombre en el AT se define por medio de la categoría de RELACIÓN. Es una relación constitutiva del hombre con Dios que afecta a la totalidad del ser humano y no sólo a una parte o componente del mismo.

En el NUEVO TESTAMENTO, Pablo nos habla del hombre en su situación ante Dios y en sus relaciones con él. También hablaba de algunos términos antropológicos como 1) Kardía (corazón): designa el hombre todo, y también el lugar donde se originan las decisiones profundas del hombre. 2) Psiké (alma) tiene muchos significados: vida, persona, alma etc. 3) Sarx (carne) hace referencia a la debilidad humana, lo que se opone al poder de Dios. Aquí todavía no implica, al parecer, directamente pecado, sino más bien insuficiencia. 4) Pneuma (espíritu) es la fuerza de Dios dada al hombre o el hombre lleno de la potencia divina.

Los más característicos de su más característicos de su pensamiento son sarx y pneuma: muchas veces aparecen contrapuestos. CARNE es el hombre en cuanto sometido a la fuerza del pecado y, por consiguiente, apartado de Dios. Y el ESPIRITU designa la fuerza de Dios, el Espíritu Santo, Espíritu de Dios y de Jesús, don del Señor resucitado. En la antropología neotestamentaria, y la paulina muy en particular, se contempla siempre el ser del hombre a la luz de Dios. El misterio del hombre sólo se ilumina a partir de la presencia de Dios en él, la única capaz de hacerle superar el pecado y de hacerle vivir en plenitud. El concepto de hombre en Pablo está cristológicamente orientado (1Cor 15,44ss). La novedad del Nuevo Testamento es la visión del hombre a partir de la NOVEDAD DE JESÚS. Sólo a partir de él se piensa la plenitud del hombre en el más allá. Esta unidad sustancial del ser humano (dignidad y trascendencia del mundo) son los puntos fundamentales que la Tradición de la Iglesia desarrollará.

Frente al GNOSTICISMO, los padres subrayan la importancia del cuerpo humano. Para JUSTINO lo específico del hombre es el cuerpo, que ha sido creado a la imagen de Dios y está llamado a la salvación, a la vida del Espíritu. TACIANO dice que lo que diferencia al hombre de los animales es la imagen y semejanza de Dios según la cual ha sido modelado su cuerpo. En el cuerpo habita el Espíritu como un templo, pero el hombre tiene que vivir según Dios para que ello sea posible. JUSTINO en su Diálogo con Trifón, dice que lo específico del hombre es un cuerpo que no le impida ver a Dios, si su inteligencia está adornada por el Espíritu Santo. El Espíritu solo puede venir al cuerpo porque éste está modelado a imagen de Jesús. IRENEO por otro lado dice que el cuerpo ha de ser transformado por el Espíritu de Dios. El cuerpo ha sido plasmado por las manos de Dios, el Hijo y el Espíritu. El Espíritu obra la salvación de la carne, porque, al actuar sobre lo más débil, manifiesta mejor su poder. No hay hombre perfecto si no hay Espíritu. El alma y el cuerpo no son suficientes para construir al ser humano completo. El alma, es el vínculo de unión necesario entre el Espíritu y el cuerpo. El cuerpo, es el que ha sido plasmado a imagen de Dios. El hombre para Ireneo, desde el primer instante está llamado a la plenitud de vida que Cristo ofrece. TERTULIANO en su comentario a 1Cor 15,45ss, hace una diferenciación entre lo animado y lo espiritual al referirse a carne. La carne es la que siembra como cuerpo animal y resucita como cuerpo espiritual.

En estos autores, vemos que predomina la consideración de la unidad del cuerpo sobre la distinción de sus componentes. Estos autores insisten sobre el tema del cuerpo y de la resurrección de la carne, pues se enfrentan con la Gnosis del siglo II que no creen en la salvación de lo material. La salvación del cuerpo, de lo inferior, demuestra precisamente la grandeza y la omnipotencia de Dios. Sin embargo, a pesar de la insistencia básica en la unidad del hombre, en la esperanza escatológica en la resurrección de la carne, entra en los autores eclesiásticos la definición filosófica del hombre como animal racional capaz de inteligencia y razón.

En el Siglo III, CLEMENTE DE ALEJANDRÍA considera el ALMA de mayor dignidad que el cuerpo. Esto no significa desprecio del cuerpo, pero sí una relativa minusvaloración. Pero lo divino en el hombre no es el alma, sino la decisiva comunicación de Dios al hombre que acontece en el don del Espíritu Santo dado a quienes creen en Jesús. ORÍGENES, penetra aún más en las ideas platónicas, hasta extremos inconcebibles con la fe cristiana. Dice que la esencia del hombre es el ALMA RACIONAL, caída a este mundo desde una región superior. La salvación consistirá en la liberación de este mundo y de la materia.

En el Siglo IV ya destaca sobre hombre como DUALIDAD (alma y cuerpo). AGUSTÍN hace una antropología platónica (el hombre como compuesto de alma y cuerpo) y una relectura antropológica de la oposición paulina entre sarx (carne) y pneuma (espíritu), y con ellas llega a la defensa de un dualismo extremo. El cuerpo, aunque sea fundamentalmente bueno por haber sido creado por Dios, es visto como la causa fundamental del pecado. El alma aunque sea más digna que el cuerpo ha sido creada, no es emanación de Dios, no es divina.

En el tiempo de la Escolástica el hombre ES LA ESENCIAL UNIDAD DE ALMA Y CUERPO. SANTO TOMÁS, basado en las ideas aristotélicas, nos dice que el hombre nos es dual, sino la esencial unidad de alma y cuerpo irreductible. El alma sigue teniendo primacía. Pero, la inserción del hombre en el mundo material, gracias a su corporeidad, no tiene ningún carácter negativo. El hombre se experimenta, a la vez, como espiritual y como corporal, son aspectos que no pueden ser disociados. Para Tomás, existe una unidad originaria del hombre, la de ser personal, que abarca ambos aspectos (alma y cuerpo). El alma es la forma del cuerpo. Y el cuerpo es la actualidad del alma. El alma le da al cuerpo el ser sustancia (sustancia animada). No hay cuerpo si no hay alma. Y El alma ha de actualizarse y expresarse en el cuerpo. Esta concepción de Tomás subraya fuertemente la unidad del hombre.

EL MAGISTERIO ha condenado toda forma de dualismo exagerado que defiende la condición negativa del mundo material (cuerpo), la preexistencia de las almas y su venida al mundo como castigo, el alma como divina, negación de la resurrección de la carne etc. Por otra parte, se insiste en que el alma no es parte de Dios; el alma del hombre es una; la constitución del hombre como espíritu y cuerpo; el alma no es común a todos los hombres, sino individual, racional intelectual e inmoral; la unidad del ser humano que recoge la fórmula de Santo Tomás del alma como forma del cuerpo.El hombre, en su unidad original, está por su corporeidad en continuidad de todo orden con todo el mundo que le rodea; pero lo trasciende en cuanto ha sido llamado por Dios a la comunión con Él, lo que le da una apertura a lo divino. Estos dos aspectos no se identifican totalmente (distinción tradicional de alma y cuerpo) pero la relación con Dios afecta al hombre entero, subsistente después de la muerte aunque el yo humano se vea privado de su cuerpo, y nos da el germen de resurrección a una vida futura de transfiguración y plenitud de nuestro ser en todas sus dimensiones personales, cósmicas y sociales.

A NUESTRA IMAGEN Y SEMEJANZA: revela el modo, la forma del fruto de la acción de este sujeto. Trataremos de la Doctrina de la Imagen. No son muchas las alusiones que encontramos en el Antiguo Testamento sobre el tema de la imagen de Dios en el hombre, pero las que hay son tan importantes que podemos afirmar que esta doctrina es nuclear en el Antiguo Testamento. En el relato sacerdotal las encontramos en Gn 1,26 ; Gn 5,1 ; Gn 9,6. En el primer capítulo del libro de GÉNESIS, se habla dos veces de LA IMAGEN DE DIOS Y UNA DE LA SEMEJANZA. No hay que ver oposición de los dos términos. Por su condición de imagen de Dios el hombre está situado por encima de las otras criaturas. Pero también se crea una frontera entre Dios y el hombre que este no puede traspasar. El hombre es imagen y semejanza de Dios, pero no es Dios. No se puede situar en el mismo plano de las afirmaciones de Gn 5,1 y Gn 5,3 : Dios crea al hombre a su imagen, pero éste engendra un hijo a la suya.

Hay diversas INTERPRETACIONES sobre el "imagen". Una interpretación muy antigua, iniciada por FILÓN, recogida por la escuela alejandrina y otros Padres de Oriente y Occidente, ha visto la imagen del hombre en el SER ESPIRITUAL DEL HOMRE, en su alma superior, que participa de la naturaleza espiritual de Dios; de esta imagen queda excluido el cuerpo, ya que Dios no lo posee. Esta idea reino principalmente en la época de la concepción del hombre como compuesto de alma y cuerpo, y de la mayor dignidad del alma. KARL BARTH por otro lado, sustenta que la imagen de Dios ha de situarse en la BISEXUALIDAD del hombre, con todo lo que implica comunicación y complementariedad. La mención explícita de la mujer en Gn 1,27 se debería al intento de no excluirla de esta condición.

Otras interpretaciones modernas más frecuentes consideran que la condición de la imagen de Dios se refiere al encargo de DOMINAR LA TIERRA; en relación del hombre con el mundo puesto a su servicio y bajo su responsabilidad se realizaría la función de representante de Dios frente a las cosas. Imagen sería la base de toda la actividad del hombre. Según otra opinión, imagen como la DEFINICIÓN DEL SER HOMBRE. No hay dos afirmaciones excluyentes entre los v. 26 y v. 27 del Capítulo primero de Génesis. La condición de imagen de Dios equivaldría a la llamada a existir en comunión con Dios. Esta condición de imagen de Dios no se pierde a pesar de las infidelidades contra el Creador. Además, este carácter de imagen es el principio regulador entre los hombres (Gn 9,3).

Ademas del los textos de Génesis, encontraremos en los SAPIENCIALES, en Eclo 17, 3 el contexto que indica claramente que se destaca el aspecto de dominio sobre toda la creación; en Sab 2,23 la imagen se refiere a la INCORRUPTIBILIDAD con que Dios creó al hombre y que se perdió por el pecado. En el NUEVO TESTAMENTO se vuelve a recoger esta idea con un sentido cristológico. LA IMAGEN DE DIOS ES CRISTO. La idea de la imagen de Dios aplicada a Cristo, sobre todo en 2Cor 4,4 , se refiere a la función reveladora de Jesús. Con la aceptación de esta revelación de Cristo, imagen del Padre, los hombres pueden convertirse, por la fe, en imágenes de Jesús en cuanto refleja la gloria del Señor.

La interpretación más propiamente PAULINA sobre el tema de la imagen se refiere a la resurrección futura del hombre, a imagen de la de Jesús, como consumación definitiva de la nueva idea iniciada en el bautismo. En Rom 8,29 , se pone de manifiesto que el modelo que el hombre ha de reproducir, del que el hombre ha de ser imagen, es Jesús. En 1Cor 15,49 , se acentúa más esta relación de la imagen desde su aspecto escatológica referente a Cristo. Esa perspectiva escatológica, también encontramos en 1Jn 3,2 (única cita en los escritos joánicos) que usa el término semejanza.

Es interesante en esta teología neotestamentaria de la imagen de Dios (la teología paulina principalmente) la dimensión escatológica y la vinculación a la resurrección de Cristo. Nosotros nos transformaremos en plena imagen de Jesús en nuestra resurrección gloriosa. En este sentido, el Génesis, sin perder nada de su valor, queda reinterpretado a la luz del Nuevo Testamento. La creación sería el inicio del diálogo entre Dios y el hombre que apunta hacia la encarnación (la venida de Jesús) y esta a la consumación escatológica de la que tenemos las primicias.

El ser imagen de Dios, condición inicial del hombre, se convierte en vocación al seguimiento y la fe en Jesús para alcanzar con él la plenitud futura, eliminando todo resto de pecado y destruyendo el hombre viejo. El ser histórico del hombre, sería el camino que lleva de Adán a Cristo. La superior dignidad del hombre, afirmada en el Antiguo Testamento por ser imagen y semejanza, queda concretada en la predestinación eterna de Dios para convertirnos en imágenes de su Hijo unigénito muerto y resucitado.

Toda la humanidad está destinada a ser recapitulada en Cristo, en quien se ha dado la perfecta respuesta del hombre a Dios en virtud de su condición de Hijo. Él es el hombre perfecto porque tanto la vocación divina como la respuesta humana alcanzan la máxima intensidad posible. Precisamente porque en Él se da esta máxima respuesta puede tener lugar también en Él la salvación de los hombres. Salvación es plenitud humana. Por ello la historia de la salvación se teje con las historias personales de todos los hombres en la medida que responden a la continua oferta de diálogo y de comunión por parte de Dios. La Creación, por tanto, iluminado ya desde Cristo, nos remite a la escatología (cuando en la plena comunión con Dios se consume el designio original del Creador sobre nosotros. El acontecimiento Cristo es un acontecimiento determinante de todo hombre antes y después de Cristo, porque fuimos creados en Él. El hecho de la encarnación de Cristo es lo que hace que yo, históricamente, me experimente de una manera concreta.

GAUDIUM ET SPES 22. ¿Qué tiene que ver Adán con Cristo? La humanidad de Adán solo es reconocida en la humanidad de Cristo. Porque Adán es figura del que había de venir: Cristo nuestro Señor. Aquí el CV II pone una cita de pie de página referente a Tertuliano (cuando Dios moldea del barro el alma tiene como modelo a Cristo que habrá de encarnarse.) Por lo tanto, estamos introduciendo un criterio epistemológico fundamental: solo reconozco las estructuras antropológicas fundamentales en las que están basadas nuestra naturaleza humana releyéndolas a la luz de Cristo.

Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación. CRISTO NO APARECE NO SOLAMENTE COMO REVELADOR DEL VERDADERO DE DIOS, SINO TAMBIÉN AL MISMO TIEMPO COMO REVELADOR DEL ROSTRO DEL HOMBRE. Él que es imagen de Dios invisible es también del hombre perfecto. De Cristo se dice que es HOMBRE PERFECTO, NO PERFECTO HOMBRE. El hecho de cambiar el orden está indicando que es hombre perfecto. Está hablando de plenitud. No simplemente de contenidos, sino de plenificación de lo humano.

Cristo no solamente tiene las estructuras propias de lo humano (perfecto hombre), sino que en las mismas han sido elevadas a la plenitud (hombre perfecto). En él, la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Cristo murió por todos y la vocación suprema del hombre, en realidad, es una sola, es decir, divina. O como nos sugiere el tema presentado: POR SER EL HOMBRE imagen DE LA IMAGEN, SU VOCACIÓN ES ASEMEJARSE CADA VEZ MÁS A CRISTO, PARA QUE AL FINAL, RESPLANDEZCA EN NUESTRO ROSTRO EL imagen DE LA IMAGEN DE FORMA PLENA.


Credits to the work of Ricardo Catete, OAR  where this sythesis was based and practically copied.

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