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El Hijo y Tu

Para la fiesta del Bautismo del Señor, para que sea más fácil la reflexión, trataremos de centrarse en los siguientes: El Bautismo...



Para la fiesta del Bautismo del Señor, para que sea más fácil la reflexión, trataremos de centrarse en los siguientes: El Bautismo del Señor es una indicación y un recordatorio de nuestro bautismo en Cristo.

UNA INDICACIÓN. Es una indicación de un comienzo, una apertura, una confirmación. ¿Comienzo de qué? ¿Apertura de qué? Es el comienzo de nuestras reflexiones sobre la vida diaria y el ministerio de Jesús. En los próximos días y meses antes de la Semana Santa y Pascua, vamos a escuchar las enseñanzas de Jesús, sus poderes de sanación y milagros, sus oraciones y sus esperanzas para todos nosotros, sus hermanos y hermanas.

Es la apertura de su servicio a la humanidad, el inicio de su misión final. Es el comienzo de una tarea muy grande y pesado: salvar a la humanidad del mal. Es el principio de estar en el viñedo. Es su inicio, que lo tomó, a pesar de los riesgos, la resistencia de los pueblos, y las autoridades humanas con incredulidad de que él fue enviado por Dios.

En nuestra realidad, antes de que uno pudiera iniciar un acontecimiento nuevo, un trabajo o una misión, siempre debe haber una entidad jurídica que confirme que la persona es enviada, esa persona es legal, que esa persona tiene la autoridad para llevar a cabo dichas actividades y o autorizado para hablar en nombre del jefe. Por lo tanto, el Bautismo del Señor es también una confirmación. Una confirmación que él es el enviado y todos deben escucharle porque él es el Hijo amado en quien el Padre se complace. Es una confirmación del hecho de que sus acciones, palabras y gestiones son de Dios.

Es también, por otro lado, el comienzo de dar de baja a la fama de Juan el Bautista, el inicio del traspaso de sus discípulos a ser seguidores de Jesús, y la confirmación de que, efectivamente, Juan no era el mesías, era sólo el hombre enviado para preparar el camino del verdadero Mesías.

UN RICORDATORIO. Este fiesta es a la vez un recordatorio para nosotros bautizados en su nombre. En primer lugar, se nos recuerda que por medio de Jesús, por ser humano y al mismo tiempo confirmado el Hijo de Dios y por la virtud de nuestro bautismo en su nombre, somos considerados como hijos adoptivos de Dios. Es un don de Dios para nosotros. Se nos recuerda que también somos amados, somos importante y querido por Dios, el nuestro Padre. No hay ninguna razón que debemos fruncir el ceño, que perdemos la esperanza, que debemos sentir descuidados, y de sentirse solo.

En segundo lugar, se nos recuerda que estamos llamados a vivir la verdadera vida de un cristiano. Se nos recuerda y se nos anima a mantener nuestra dignidad como hijos de Dios. Se nos recuerda y nos desafía a hablar, enseñar, actuar, hacer las cosas como hijos de Dios y no el diablo. Se nos recuerda y nos desafía a ser exigentes a las expectativas de un amado hijo o hija de Dios.

A veces, debido a la cotidianeidad de la vida, tendemos a olvidar todas estas cosas y empezamos la casa por el tejado. Así, en tercer lugar, se nos recuerda y se nos invita a despertar de nuevo. Es una llamada a volver a lo que somos y lo que deberíamos. Somos hijos adoptivos de Dios, mis queridos hermanos. Levántate, empiézate de nuevo a vivir una nueva vida. Recordamos que nuestra vida del pecado ya era muerta en Cristo cuando fuimos bautizados, y ¿por qué volver a ella una y otra vez?

En cuarto lugar, en esta fiesta, en la persona de Juan el Bautista, se nos recuerda a servir con humildad, no importa quiénes somos, no importa si no somos el héroe principal, no la cabeza, o sólo el actor del apoyo. Se nos recuerda de servir a los demás, de servir al Señor.

Y finalmente, este se nos recuerda, en virtud de nuestro bautismo en Cristo, de continuar a irradiar, de continuar siendo SACRAMENTO DE JESUS, el sacramento del amor de Dios. Se nos recuerda de ser personas amables, a amarnos unos a otros como Cristo les amó y como él nos enseñó. Se nos recuerda de ser misericordiosos, compasivos y amables con los demás. Porque la otra persona que tienes un humor de perros, al otro que aborreces, que disgustas, que adversas es también un hijo adoptivo de Dios, aunque esta como una cabra. Recordamos el amor al prójimo, no sólo porque se ha dicho, sino porque es amado hijo de Dios, igual que a ti.


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